Los debates sobre la transformación digital en las empresas abarcan una gama cada vez más amplia de temas, todos ellos centrados en el cambio a gran escala dentro de las organizaciones. Estos cambios lo abarcan todo, desde la tecnología hasta el impacto en RRHH y L&D. Por eso, expertos como Jeremy Blain, autor de The Inner CEO: Unleashing Leaders at All Levels, utiliza el término «Business Transformation» para referirse al cambio organizativo que estamos viviendo.
The Strategy Implementation Institute ha señalado que el 63% de las empresas están fracasando en sus programas de transformación digital. ¿Por qué? Porque se centran en lo que deben hacer, en lugar de en cómo hacerlo. En otras palabras, se centran en el negocio en lugar de centrarse en el ser humano.
La situación es crítica. 8 de cada 10 líderes no saben aceptar la incertidumbre, la volatilidad del mercado y la complejidad de la situación macroeconómica. No se están formando a sí mismos, ni a sus equipos, para afrontar los cambios que se producen en este modelo social y profesional en transición. En consecuencia, al final esto repercute directamente en el bienestar de los trabajadores.
¿Qué es el liderazgo centrado en el ser humano?
El liderazgo centrado en el ser humano consiste en poner a las personas en el centro, en relación al entorno, sus relaciones sociales y su bienestar. Para ello, un líder debe ser consciente de la situación en la que se encuentra y ser capaz de ser decisivo con sus acciones, a pesar de la incertidumbre.
Durante la pandemia, sólo los líderes que analizaron la situación a nivel operativo, fueron capaces de reconocer con éxito la vulnerabilidad de sus empleados (y de ellos mismos). Sus equipos participaron en las decisiones de planificación desde el principio, por lo que pudieron desempeñar mejor sus tareas.
Las empresas deberían plantearse una importante reestructuración del plan de Recursos Humanos que sea actual y aplicable en el espacio de trabajo vigente. Cabe destacar la importancia de delegar, hasta implementar de manera estructural un plan de metodologías ágiles. Estos nuevos principios deberán ser adoptados por los equipos a todos los niveles con el fin de estandarizar una forma de trabajo más autónoma, autoconsciente y segura.
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Autonomía y empoderamiento: el punto de partida
Los buenos líderes se guían por un propósito. Consideran el éxito como la consecución de una serie de acontecimientos que combinan personas y colaboración. Entienden que los hitos no se logran sin un enfoque colectivo para inculcar los objetivos de la empresa. Para conseguir esa uniformidad, tienen que ser empáticos, analíticos, expertos en comunicación y deben saber cuándo pivotar rápidamente.
La base fundamental del liderazgo es la empatía, pero el combustible del trabajo es la autonomía. Los líderes que saben dar autonomía a los miembros de su equipo los brindan la confianza para que tomen decisiones cuando sea necesario y les garantizan un espacio en el que los trabajadores se sienten libres para decidir, siendo responsables de sus propias elecciones. Se ha demostrado que esto mejora el rendimiento y el compromiso del equipo.
Un buen ejemplo de empoderamiento es el concepto de Mentoring Inverso, en el que los líderes piden consejo a los empleados. Las personas, las organizaciones y los líderes construyen una reciprocidad, y los trabajadores se sienten motivados y más dispuestos a adoptar estos cambios.
Employer Branding como resultado del liderazgo centrado en las personas
Durante el año 2020, los líderes se vieron al borde del precipicio y se vieron obligados a tomar decisiones difíciles. Tuvieron que adoptaron rápidamente medidas críticas, a pesar de no saber cuál sería el resultado. La mayoría de ellos pusieron a las personas como prioridad, siendo empáticos y solidarios, y esto tuvo un gran impacto en la marca.
Empresas como Airbnb, que cuidaron de sus empleados y sus familias ofreciéndoles formación y asesores laborales, fueron muy reconocidas por sus esfuerzos y su imagen pública prosperó como resultado.
Los empleados son los mejores embajadores de la marca. Por eso los líderes deben aplicar políticas de salud mental y bienestar, potenciar las ideas de gestión del cambio desde la base y realizar cambios reales, en lugar de limitarse a elaborar otros planes. Todo el mundo debe participar, ya que así se construye la credibilidad y la marca de los empleados.
Aquellas empresas que anteponen la supervivencia del negocio a las personas y dirigen con miedo, son las que fracasan; no sólo porque no aprovechan las herramientas que tienen, sino porque no fomentar la creación de una cultura de trabajo enriquecedora.
Algunos no consiguieron cambiar la mentalidad y, como resultado, sus marcas se vieron afectadas negativamente después, reflejando una falta de confianza en la empresa que conlleva problemas para retener el talento y contratar nuevas personas.
En resumen, los mejores líderes son los que se centran en el ser humano y utilizan los datos para favorecer la toma de decisiones y, así, innovar. También tienen éxito a la hora de crear capital social y de influir en todos los niveles de su organización para que sus empleados formen parte de la estrategia. Además, utilizan la tecnología como herramienta para aumentar la eficiencia y crear un ecosistema de personas. El éxito y el crecimiento de las empresas sólo son posibles si el factor humano prospera más allá de los KPI, poniendo a las personas en primer lugar. Así, las empresas serán capaces de asegurar que el employer branding, la motivación y la retención del talento les llevarán a conseguir sus objetivos empresariales y buenos resultados.
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